¿Cómo puedo poner límites sin herir los sentimientos de otra persona?

Tu bondad natural hace que siempre consideres los sentimientos de los demás antes que los tuyos. Esto es noble y una virtud, pero cuando solo tomas decisiones basadas en eso, puedes herir tus propios sentimientos. Cada persona es responsable de sí misma y de sus reacciones. Las relaciones son seres humanos que fusionan sus mundos, se comparten y se involucran, pero si lo único que piensas en complacer a los demás, vivirás su vida y no la tuya. 

La mejor manera de expresarte es decir, de forma directa, lo que deseas, lo que puedes hacer al respecto, lo que te duele y lo que sientes. Céntrate en ti mismo. Es imposible manejar las reacciones de los demás en cuánto a tus sentimientos. Seguro que tu manera sutil de hablar no hiere a nadie, ya que eres empático. Así que, hazle un hueco a estas situaciones y tendrás más herramientas para gestionar los problemas y comunicarte. 

¿Qué puedo hacer para evitar que los conflictos se salgan de control?

Dormir. Duerme siempre, y luego, siéntate y piensa qué es lo mejor que puedes hacer. Los problemas humanos no son cuestiones matemáticas. No hay un único método para resolverlos, ya que las personas somos seres complejos y caóticos. La mejor manera de abordar estos sentimientos es observar y, por último, decidir cómo tratarlos. No hay más camino que el tuyo, el más efectivo y saludable. 

Odio sentirme preocupado, ¿cómo puedo preservar mi equilibrio?

Odias sentirte así, pero si sigues reprimiéndote no podrás cambiar a un estado diferente. La tranquilidad viene de ser fiel a ti mismo. Asegúrate de no estar idealizando la relación en lugar de vivirla de verdad. No te limites a pegar de forma superficial tu vida, arréglala para siempre.

Invierte en tus necesidades, desarrolla tus habilidades y mejora tus capacidades para conectar contigo mismo. Y cuando la ira o la frustración llamen a tu puerta, invítala a entrar. Comparte una taza de té y una buena charla. 

Utiliza tu paciencia a tu favor, para sanarte y comprender la fina línea que separa la paz de la pasividad, entre cuidarse y dejarse de lado. Dibuja esos límites con amor, ternura y claridad. Por último, exprésate sin disculparte. 

¿Por qué siento que siempre hago las cosas mal?

Evitar los conflictos es una cuestión de suerte, un paso en falso y parece que te deslizas hacia ellos. Nadie puede predecir los problemas siempre, a veces solo ocurren y son una buena forma de mejorar nuestras habilidades y evolucionar. El conocimiento y los recursos provienen de las experiencias, así que confía en que todos los problemas son temporales y si no les temes, podrás atravesarlos con más claridad. Intenta comprenderlos de forma más objetiva para evitar sentirte abrumado. Ya sabes lo que dicen: «si tu problema tiene solución, ¿por qué preocuparse? Y no la tiene, ¿por qué preocuparse?».